Qué es la globalización y cuáles son las posturas dominantes y contendientes al respecto, aparecen desplegadas en esta nota del encuentro que tuvo lugar, el 7 de mayo último entre Le Monde Diplomatique y el Financial Times. El autor de esta nota acerca los principales lineamientos de ese enfrentamiento en torno al "pensamiento único" y la "globalización".
¿Panacea Universal o Máquina Infernal?
por Fabián Mosenson
ELEMENTOS PARA LA DISCUSIÓN DEL NEO-CAPITALISMO,
LA GLOBALIZACIÓN Y SUS CONSECUENCIAS
La economía global deja en el camino a millones de trabajadores. Los estados quiebran el contrato social y dejan de garantizar pleno empleo y bienestar social. No se produce hoy la ecuación que dice que crecimiento más inversión, más intercambio, más tecnología igual a mayor bienestar y riqueza. Las políticas restrictivas empeoran la situación y conducen a una crisis social global. En los últimos 20 años ha descendido el salario de los trabajadores en EE.UU. y ha aumentado el desempleo en Europa, en la ex-Unión Soviética y en las denominadas “economías emergentes”, en la Argentina se viene dando una progresiva pauperización de los sectores medios y bajos y la prensa se hace tibio eco de la realidad de los nuevos pobres que, a diferencia de los estructurales, carecen de las redes de contención solidaria de las que “gozan”, por ejemplo, los villeros. El peso de los sindicatos ha disminuido en todas partes. No hay consenso sobre las causas de estos conflictos: algunos lo atribuyen a la modificación de los términos de intercambio entre el norte y el sur, otros a la sustitución de mano de obra vía introducción de nuevas tecnologías y, los menos, a la masiva incorporación de mano de obra inmigrante en los países industrializados. Sea como fuere estos tres elementos producen “ganadores” y “perdedores” pero no se da hoy la “racionalidad” que indica que las ganancias deben compensar a las pérdidas. Eso no sucede y la caída de la productividad afecta a la mayoría de la sociedad, sin embargo se siguen aplicando las mismas medidas restrictivas por parte de los “grupos de interés”. Esto ha beneficiado enormemente a los intereses financieros en desmedro de los trabajadores, creándose una “clase rentista internacional”. El debate sobre los asuntos presupuestarios se ha tornado más ideológico que técnico. Desde los propios órganos oficiosos de los sostenedores del estado de las cosas —artículos en la prestigiosa Foreign Affairs, por ejemplo— se duda que la opción por un presupuesto equilibrado sea siempre preferible a una política de corte keynesiano.
De todos modos el eje de los debates en la actualidad no pueden soslayar fácilmente el sonsonete de la “globalización” —o la “mundialización” de acuerdo a como los franceses pretenden denominarla críticamente apuntando que la globalización es la realización perversa de lo que alguna vez quiso ser la “internacionalización” socialista. Qué es la globalización y cuáles son las posturas dominantes y contendientes al respecto es lo que pretendemos desarrollar a continuación.
DISCUSIÓN LE MONDE DIPLOMATIQUE-FINANCIAL TIMES
El 7 de mayo último tuvo lugar un encuentro entre Le Monde Diplomatique y el Financial Times en la London School of Economics. Se trató de un enfrentamiento de dos posturas antagónicas en torno al “pensamiento único” y la “mundialización”. Por un lado los representantes del diario británico y sus posturas entre acríticas o crítico-cosméticas y la seguridad poderosa de quienes se saben en el bando de los “ganadores”. Para dar una idea rápida de este diario se puede decir que es la principal fuente de consulta del establishment mundial, más influyente incluso que el Wall Street Journal, tienen corresponsales en todo el mundo y es leído atentamente por inversores, banqueros, ministros, presidentes de empresas y estudiantes de posgrado, doctorado y posdoctorado de las carreras de economía más reconocidas del planeta, su prosa es impecable y sus investigaciones serias, los diarios norteamericanos comparados con este son de una apreciable tosquedad y pobreza de lenguaje, puede ser visto fácilmente como el diario de “los poderosos” dueños del bienestar, destino y hacienda de muchos. Entre sus perlas está su sección “Comment & Annalysis”, donde más que opinar se pronuncia e indica a los gobiernos que es “lo que deben hacer”, imperdible asimismo sus capciosas editoriales contra Greenpeace y organizaciones de ayuda humanitaria.
Por el lado de los franceses un grupo de intelectuales de la izquierda “correcta” reunidos por Le Monde Diplomatique trata de pensar un otro mundo posible aunque no sin cierta desesperanza signada por un gobierno socialista —el de Lionel Jospin— que se encuentra atrapado entre sus promesas electorales y las posibilidades reales de la V República francesa en esta nueva “cohabitación” entre el primer ministro socialista y el presidente gaullista Jacques Chirac, entre sus apoyos internos (verdes y comunistas) y las presiones externas de la Europa de Maastricht y la Otan. Le Monde posee la certeza de quien sabe qué es lo que hay que criticar pero aun no ve cuál puede ser el posible recambio debiéndose limitar a planteos de corte más bien moral.
LA POSTURA DEL FINANCIAL TIMES
O EL MERCADO COMO VÍCTIMA
El redactor en jefe del FT, Martin Wolf, pregunta indignado: “¿Por qué este odio contra el mercado?”. Para este periodista, la globalización es el gran acontecimiento de nuestra era ya que define lo que el gobierno puede y debe hacer, y explica qué es lo que está sucediendo en la economía mundial. Esto se postula en coincidencia con los lineamientos del FMI que describe a la globalización como el “crecimiento de la interdependencia económica de los países del mundo a través de un creciente volumen y variedad de transacciones de bienes y servicios y flujo internacional de capitales a través de las fronteras, y también por medio de una más rápida y amplia difusión de la tecnología”. Los argumentos de este tipo se sustentan en hechos tales como el descenso del costo del transporte, las llamadas telefónicas intercontinentales, el abaratamiento de los precios de la computación, y el desarrollo de supermecanismos de transferencia tecnológica mas allá de las fronteras. Si la tecnología hace a la globalización factible, la liberalización la posibilita. “Entre 1970 y 1997 se paso de 35 naciones que eliminaron el control del intercambio a 137.”
Para Wolff los que creen que la liberalización hoy en día es incomprensible o irracional lo hacen por tres motivaciones: odio al mercado, miedo a los extranjeros o preocupación por los salarios, los puestos de trabajo y la actividad económica. Para este comentarista los dos primeros motivos son directamente tildados de “patológicos” y el último es “al menos racional”. No se puede atribuir a la globalización la caída de los salarios de los trabajadores de baja calificación en los países desarrollados, por la sencilla razón que en los países industrializados cada vez se producen menos bienes a través de mano de obra no calificada. La responsabilidad de la globalización en la baja de los salarios en los países desarrollados es mítica, hay que buscar otras razones. Lo que no sería “mítico” son la oportunidades que la globalización da a los países en vías de desarrollo. La globalización de este modo es entendida como una consecuencia inevitable, no de la tecnología, sino del seguimiento de los planes de liberalización iniciados hace cincuenta años con la instauración del Plan Marshall. Y concluye planteando que “inevitablemente, aquellos que temen al mercado y a los extranjeros, claman en contra de la globalización. Sus voces deben ser ignoradas. Lo que se necesita, es una consideración cuidadosa de qué es lo que los gobiernos pueden y deben hacer cuando el mercado deviene global pero su control es tan sólo local.”
Peter Martin, en la misma línea considera que las globalización “es lo mejor que ha ocurrido en la generación de la posguerra” ya que se promueve la colaboración sin fronteras de sociedades y culturas, ha minado los fundamentos del URSS y está por hacer otro tanto respecto de China. Incluso sin sus efectos políticos directos, sus virtudes serían extraordinarias: mejora el bienestar de los hombres. La pobreza y la miseria son solo cuestión de tiempo. Esta transformación produciría los efectos inversos de aquellos invocados y temidos por la izquierda. La fuerza de la mundialización se desplazará al resto del mundo menos desarrollado. Oponerse a esto, criticarlo, es sostener un statu quo en el fondo supone una ideología tan conservadora como inmoral. A pesar de que se diga que la mundialización produce más “perdedores” que “ganadores” cualquier “estudio estadístico económico sobre el período de la posguerra” demostrará lo contrario. Para este periodista el precio de salir de la mundialización no solo es económico, sino político, ya que la extensión del estado implica para su credo la perdida de las libertades individuales. “Se dice a veces que el libre cambio debe ser subordinado a valores más importantes ¿Pero hay un valor más importante que aquel de sacar a millones de personas de la pobreza, crear oportunidades de elección y desarrollo personal y de reforzar la democracia en todo el mundo? La economía liberal de mercado es por naturaleza global. Ella constituye aquello que hay de más acabado en la aventura humana. Deberíamos estar orgullosos, individual y colectivamente, de haber contribuido a construirlo con nuestro trabajo y nuestros votos.”
Con la globalización toda va muy, pero muy bien, tan pero tan bien, que hay que profundizar las reformas.
Guy de Jonquiéres, otro redactor del FT va incluso más allá y postula que “las reformas aun no fueron lo suficientemente lejos”. Lo justifica de la siguiente manera: la mundialización no tiene nada de inevitable, los estados pueden aceptarla o rehusarla. Aquellos que la rechazan, Birmania, Cuba, Corea del Norte, Irán, Irak y Libia lo hacen al precio del arcaísmo industrial, penurias insoportables y hasta hambre generalizado. Por otra parte su cerrazón frente a los mercados se hace por medio de la instauración de una política represiva contra los intereses y deseos de sus habitantes.
MIREN QUIEN CRITICA AL CAPITALISMO Hace no mucho tiempo los principales críticos del capitalismo venían de la izquierda, el zapatismo mexicano, o los japoneses tradicionalistas que veían en la “eficiencia del mercado” un peligro para los valores nacionales y la dignidad humana. Pero estos argumentos están derrotados: la ideología de mercado reina, y los líderes políticos desesperados por las inversiones, recortan déficits presupuestarios y privatizan industrias para satisfacer los informes de Standard & Poor’s. Pero el pensamiento crítico viene de los propios hiper-capitalistas más característicos: se escuchan críticas desde el foro de Davos y George Soros tituló un artículo suyo en The Atlantic Monthly “La Amenaza Capitalista”, donde manifiesta que las naciones están sólo “preocupadas por la competitividad, y no desean hacer sacrificios para el bien común” y sostiene que los gobiernos deben reclamar su poder de los mercados. Ninguno de estos argumentos es nuevo. Incluso los tories ingleses se han expresado de modo similar a George Soros. Los mismos conservadores hoy ven en la globalización una fuente constante de inestabilidad. Esto implica que mientras la ideología ochentista del libre mercado es victoriosa, los “triunfadores” están divididos. Buchanan y Perot opinan que el Nafta empobrece a los trabajadores americanos y mina la soberanía de los EE.UU. Mientras tanto aquellos que se preocupan por la desigualdad en el ingreso, la inseguridad laboral o la pornografía en Internet están “unidos” en el pedido de una intervención estatal. Estas extrañas alianzas también pueden darse entre políticos, ejecutivos y sindicalistas que sienten que han perdido el poder de controlar las fuerzas del mercado. (Fuentes: The New York Times, International Herald Tribune, The Economist) | Incluso si algunos cambios son dolorosos ni la ex-URSS, ni los países de la Europa del Este sueñan con retornar a una economía al estilo del antiguo Comecon. En América Latina tampoco hay nostalgia por los regímenes proteccionistas de los años 60 y 70 cuando la mayor parte de los países estaban gobernados por dictaduras militares. Cuando se eligieron autoridades democráticas en Argentina, Brasil y Chile se buscó el crecimiento a través de reformas liberales. Los efectos no deseados de estas transformaciones —pobreza y lento mejoramiento del nivel de vida—, son atribuidas por de Jonquieres a la falta de políticas sociales más eficaces. La crisis mexicana se debe no a la mundialización sino a prácticas financieras irresponsables. Por otra parte cualquier intento de revertir la mundialización es electoralmente castigado (Pat Buchannan en EE.UU.). Por el contrario la adaptación de la economía a los mercados termina trayendo buenos resultados (los dragones del este en Asia, Chile en América Latina, Ghana y Uganda en África), países que gracias a sus reformas han sido recompensados con tasas de crecimiento más elevadas. Por ello y pese a la crítica de la izquierda —considerada mezquina por el redactor del FT— , la mundialización traebeneficios a mediano plazo, sus inconvenientes de deben a una mala aplicación de la fórmula o que en algunos países no se ha hecho aun lo suficiente. |
LA RESPUESTA DE LE MONDE. NADA MÁS PERVERSO QUE LA GLOBALIZACIÓN.
Es evidente el malestar que los miembros de Le Monde sienten frente a las posturas enunciadas por su par inglés. Para Bernard Cassen la globalización es la responsable del crecimiento de las desigualdades tanto entre las naciones como dentro de ellas. Incluso la OCDE está al tanto de los altos niveles de polarización en sociedades como las de los EE.UU. y Gran Bretaña; el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) ha demostrado en repetidas ocasiones que los países mas pobres tienden a seguir empobreciéndose. Mientras el Banco Mundial propicia más y más políticas de ajuste, los países de América Latina, el Caribe y África sufren un sostenido crecimiento de los sectores pauperizados. Completan el panorama una tendencia a la baja de los salarios en los sectores mas desprotegidos, y el desempleo masivo en países como Francia y Alemania.
Cassen desconfía del ejemplo asiático y contra las tesis liberales atribuye el “éxito” de los dragones orientales no a la aplicación de los preceptos comerciales de Smith y Ricardo sino a la ayuda masiva norteamericana, proteccionismo absoluto para la preservación de las industrias incipientes y la omnipresencia económica del Estado. Son esos factores y no la “globalización” y la “liberalización” el secreto del éxito de esas sociedades. Tampoco el mercado es un “motor” de la democracia, los ejemplos están a la vista: regímenes totalitarios que prohiben los sindicatos libres (China, Corea del Sur, Singapur, Indonesia), trabajo casi esclavista (población carcelaria en China), y estados policiales (el “milagro” chileno bajo Pinochet).
Por último la democracia se ve afectada por el libre cambio y la globalización ya que su dinámica separa físicamente a los centros de decisión de las personas afectadas por ellas, a los productores de los consumidores de bienes, servicios e imaginarios (videoesfera). De este modo se alienan y “desterritorializan” las decisiones políticas locales, generalmente de un modo contrario a los intereses del “bien común”.
LA GLOBALIZACIÓN, UNA MÁQUINA INFERNAL
Riccardo Petrella, profesor de la Universidad católica de Lovaina, describe a la globalización como a una especie de máquina infernal. Para él, oponerse a una mundialización dominada por la lógica de guerra de conquista, propia de la economía de mercado capitalista, liberalizada, desregulada, privatizada y de alta competitividad tecnocrática, no es por cierto oponerse a otras formas cooperativas de gobierno y de mundialización. Es más, esto último es parte de las exigencias de miles de organizaciones que quieren instaurar nuevas formas de cooperativismo y gobierno mundial.
Estas organizaciones se dan en todos los órdenes: militares (contra la proliferación de armas y en pro del desarme); ambientalistas (por el desarrollo durable, conferencia de Río 1992); alimentarias (para terminar con el escándalo de la malnutrición en 800 millones de individuos). Están presentes en el diálogo de las culturas y las civilizaciones, en el desarrollo de investigaciones científicas y tecnológicas orientadas hacia fines humanos y sociales. El obstáculo más grande que encuentran es precisamente el modo de mundialización actual basado en la primacía de la libertad de acción de las empresas privadas, sobre la soberanía de un mercado pretendidamente autorregulador.
PEQUEÑO GLOSARIO DE CAMPAÑA o APUNTES PARA UNA CRITICA DISCURSIVA DEL “SENTIDO ÚNICO” (Adaptación de un artículo aparecido en Le Monde Diplomatique, Mayo 1997)
| Lejos de optimizar los recursos materiales, inmateriales y las riquezas humanas del planeta la globalización engendra grandes disfuncionalidades y la satisfacción de las necesidades sociales no figura entre los objetivos centrales. Luego del fin de la convertibilidad del oro en dólar en 1971 el mundo vive en una constante inestabilidad monetaria. La economía deviene especulativa, disociada de una economía real y distante de una verdadera cultura industrial. El objetivo de la rentabilidad a corto plazo provoca crisis de sobreproducción (automóviles, electrónica, informática, acero), penurias (alojamiento, educación, alimentación) y caídas de la productividad en otros sectores (agricultura y ganadería). La mundialización potencia así lo efímero, la obsolescencia programada de los bienes y servicios y el trabajo inseguro flexible e inestable. Las normas de reengineering, producción flexible, externalización, downsizing y otras técnicas del management contribuyen al desarrollo del capitalismo mundial de mercado con el único objetivo de extirpar el mayor beneficio al menor precio. Así se produce la exclusión de individuos, grupos sociales, regiones y países enteros sino son juzgados como suficientemente rentables por la máquina mundial. CONCLUSIONES PROVISORIAS No es necesario leer Le Monde Diplomatique o el Financial Times para percibir desde aquí que se están viviendo tiempos en donde la denominada globalización supone una primacía de los mercados. No es fácil afirmar en un par de frases apasionadas qué es todo esto, pero si se puede decir que no se trata ni del apocalipsis ni de la panacea universal. Conviene evitar todo milenarismo declinacionista u optimismo obtuso. Lo que es más claro es que los ciudadanos a veces pueden preferir el desorden a la injusticia y a través de las protestas —cortes de ruta en Argentina, movimientos de los sin tierra en Brasil, base electoral que cuestiona al PRI en México, movimientos contra el desmantelamiento del estado de bienestar en Francia, etc.— denunciar, sin demasiadas posibilidades de éxito por el momento, la crisis de los poderes y de la elites nacionales que cada vez más se transforman en meros ejecutores locales de estrategias definidas en ámbitos que exceden el marco de lo nacional. |
Los grupos, organizaciones y partidos con voluntad de poder y administración, deben hacerse “pragmáticos” frente a este estado de las cosas. Para más datos sobre socialistas que deben necesariamente sucumbir ante el pensamiento único y pasteurizar sus banderas de combate, ver la performance del dubitativo Lionel Jospin, el pragmatismo del New Labour a la Clinton del primer ministro británico Tony Blair, y la rápidas señales tranquilizadoras hacia los mercados por parte de la alianza Frepaso-UCR que debe poner por delante al economista Machinea para asegurar al establishment local que una eventual administración aliancista no tocara la economía tal cual hoy está planteada, sino que se dedicaría a “moralizar” la gestión pública para que los negocios sigan progresando sin coimas y con transparencia de acuerdo a los nuevos dictados del FMI y el Banco Mundial que ya hoy están comenzando a “atar” las líneas de crédito ya no exclusivamente a variables macroconómicas sino de acuerdo a niveles de transparencia/corrupción de la gestión pública.
Las opciones más críticas del sistema hay que rastraerlas en los delirios de las derechas nacionalistas, proteccionistas y xenófobas o en las minúsculas izquierdas que aun no se enteraron de la caída del muro del Berlin. Lamentablemente no parece haber demasiadas opciones. El pronóstico por el momento es gris y sin demasiados cambios. Habrá que ver.
Fabián Mosenson¤
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